El acceso a Internet de alta velocidad, confiable y a un precio razonable ha sido un problema en los Estados Unidos durante bastante tiempo, pero hoy, durante la pandemia, la brecha entre los que tienen ese acceso y los que no lo tienen se hace aún más evidente.
Susan Crawford, profesora de la Facultad de Derecho de Harvard y autora de “Audiencia Cautiva: La Industria de las Telecomunicaciones y El Poder de Monopolio en La Nueva Era Dorada” (Captive Audience: The Telecom Industry and Monopoly Power in the New Gilded Age) se reunió con KIRO Nights [ENG] para hablar acerca de la brecha digital.
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«Al igual que muchas otras estructuras frágiles en la vida estadounidense, como nuestra infraestructura de salud pública y nuestra capacidad de votar de manera segura, el acceso a Internet se está convirtiendo en un problema enorme y difícil para Estados Unidos», dijo Crawford. «Ha estado vigente como un gran problema durante años y años, pero la pandemia revela que aquellos que cuentan con ese acceso, y lo tienen a bajo costo, pueden educar a sus hijos en casa… pueden visitar a los médicos a un precio razonable sin tener que ir directamente al hospital en persona, pueden participar en la vida».
La pandemia de coronavirus ha demostrado la centralidad del acceso a Internet en nuestra vida diaria y, según Crawford, ha demostrado que estamos fallando como país para garantizar que todos tengan acceso.
Para comprender la situación actual del acceso a internet, Crawford se remontó al año 2004.
“A principios de la década de 2000, alrededor de 2004, se desreguló todo el segmento de acceso a Internet, toda la idea del acceso a Internet. Se eliminó toda supervisión del gobierno”, dijo.
Liberado a sus propias estrategias, el mercado privado tomó el control y dividió el territorio. La competencia y la supervisión se eliminaron por completo de la ecuación.
«Para los inversores privados, simplemente no valía la pena vender servicios a las personas más pobres y, de nuevo, sistemáticamente, las personas en las zonas rurales y las personas de bajos ingresos han quedado excluidas en gran número en todo el país cuando se trata de un acceso adecuado a Internet», dijo Crawford. «E incluso las personas ricas en áreas naturales están pagando mucho más de lo que deberían».
La esperanza original, piensa Crawford, era que las compañías de cable competirían con las compañías telefónicas para vender el acceso a Internet, lo que mantendría los precios bajos. Sin embargo, las compañías telefónicas se retiraron del juego para comenzar a vender servicios inalámbricos, lo que fue más rentable para ellos, dejando el mercado a las compañías de cable.
«Las compañías de cable actualizaron sus servicios, por lo que ahora tenemos, en todo el país, niveles bastante altos de acceso a servicios de descarga de 25 megabits por segundo», dijo. «Pero no tenemos restricciones en cuanto a lo que pueden cobrar por esos servicios, razón por la cual las personas en Seattle y en todo el país pagan una cantidad enorme, muy desproporcionada a lo que, por ejemplo, las personas pagan en Corea del Sur o en Suecia por acceso a Internet de alta velocidad.»
En relación con el acceso a Internet en el resto del mundo, Crawford dijo que Estados Unidos se encuentra en el extremo medio – bajo de las naciones desarrolladas en lo que respecta a velocidad y precio.
“El precio es realmente importante. No se trata solo de dónde está disponible, sino de si cualquiera puede permitirse pagarlo», agregó.
En China, planean dar a todos los ciudadanos acceso de fibra óptica, considerándolo como parte de su política industrial para ayudarlos a crear un mercado de bienes y servicios. Estados Unidos no tiene ningún plan de este tipo.
El modelo de Suecia, en el que el gobierno no está involucrado en el control del contenido o la venta de acceso, pero sí proporciona el conducto y el cableado, ha sido un modelo exitoso. Hay una combinación, explicó Crawford, de infraestructura supervisada públicamente y entidades privadas que pueden competir para vender el acceso a esa infraestructura.
«Es como una carretera que permite que muchos autos circulen por ella», dijo.
Ahora, está claro que Internet está a la par de los servicios públicos básicos como el agua y la electricidad.
«Lo sorprendente es que con la electricidad vivimos exactamente esta misma historia», dijo Crawford. “En los años 30, la electricidad en Estados Unidos estaba controlada solo por compañías privadas sin supervisión que, al igual que ocurre con el acceso a Internet hoy, dividieron el país, formaron grandes carteles, monopolizaron las ciudades y dejaron afuera al 90% de las personas de zonas rurales hasta mediados de la década del 30″.
Se requirió voluntad política del presidente Franklin Roosevelt para hacerse cargo de la industria eléctrica y regular las tarifas, garantizando que la electricidad estuviera disponible en todas partes a un precio razonable.
«Roosevelt dijo que fue la batalla política más difícil de su vida», afirmó. “Así que aquí estamos, replicando exactamente la misma historia cuando se trata del acceso a Internet. Es claramente necesario. Liberado a sus propios medios, el mercado privado no lo pondrá a disposición de todos a precios baratos”.
Ella cree que el sistema puede estar integrado por una parte privada, pero bajo algún nivel de supervisión, que puede funcionar a través de una combinación de palancas a nivel federal, estatal y local.
«Varias comunidades auto convocadas en los Estados Unidos, alrededor de 800 ahora, se han metido a supervisar ellas mismas las redes de fibra o conductos de fibra para asegurarse de que todos en su comunidad tengan acceso a un precio razonable», explicó.
Pero el romance en torno a los mercados privados debe cambiar para que el acceso mejore en todo el país.
«Tenemos una serie de problemas estructurales como éste en Estados Unidos», dijo Crawford. “Nuestro romance con el mercado privado cuando se trata de servicios públicos no nos ha servido de mucho. Pero esto no es ciencia espacial. Podemos hacerlo. Solo se necesita voluntad política».
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