La profesión de abogado requiere de una gran motivación, ya que no es un trabajo sencillo. Además de poseer capacidad de servicio público y mucha vocación, se debe poseer un profundo conocimiento del universo legal. Se necesita además una personalidad carismática y elocuente que permita darse a entender de forma concreta. Así logrará defender los derechos de sus representados de manera precisa y eficaz.
Ofrecemos a continuación siete cualidades que todo buen abogado -o aspirante a serlo- debe tener.
- CAPACIDAD DE NEGOCIACIÓN
- DOTES PARA ARGUMENTAR DE MODO CONTUNDENTE
- DESTREZA PARA COMUNICARSE CON CLARIDAD
- HABILIDAD PARA GENERAR EMPATÍA Y CONFIANZA
- APTITUD DE PERSUASIÓN
- GRAN TENACIDAD
- ACTUALIZACIÓN PERMANENTE
Un buen abogado debe gozar de altas capacidades para negociar. En muchas ocasiones, como por ejemplo en casos de divorcios o contiendas laborales, se puede evitar la judicialización mediante una correcta negociación. Ambas partes se reúnen y dialogan sobre las maneras de llegar a un acuerdo justo. La conciliación alcanzada evita muchas complicaciones posteriores y un buen abogado sabrá cómo lograr que esta negociación resulte beneficiosa para su cliente.
La capacidad de exponer argumentaciones efectivas y contundentes es una virtud que algunas personas tienen naturalmente y de forma casi innata. Si no es así, se hace necesario desarrollar esa cualidad por medio de la práctica. Sea cual fuere su caso, como abogado usted deberá preparar en forma cotidiana argumentaciones convincentes y correctamente hilvanadas.
En primer lugar, para que un argumento sea sólido se debe estudiar el caso en cuestión con exhaustiva profundidad. Un buen abogado no solo apelará a los recursos legales de que disponga, sino también a las pruebas existentes y a una lógica implacable. A través de un razonamiento claro y adecuado, un abogado exitoso logrará defender su postura y convencer al juez de que sus planteamientos son los más acertados.
Para desenvolverse adecuadamente en el mundo de la abogacía es fundamental poseer la cualidad de comunicar las ideas en forma correcta. Hacerse entender a cabalidad, no solo por un juez o un jurado, sino también por sus clientes es indispensable. La capacidad de expresarse con habilidad exige amplios conocimientos de oratoria. La palabra es una herramienta imprescindible para un buen abogado. Si ella se usa en combinación con una excelente argumentación y el uso apropiado de los términos jurídicos, los resultados exitosos no se harán esperar.
Un abogado deberá, indefectiblemente, lograr una excelente relación con sus representados. Se debe generar valor y confianza en todo momento a través de actitudes que lleven a la total satisfacción de sus necesidades. No basta con resolver casos rápidamente y de la mejor manera. La prioridad del trabajo de un buen abogado se enfoca en sus clientes y en generar esa cercanía que permita un trabajo en conjunto, sin obstáculos ni distanciamientos.
“Convencer” a un jurado defendiendo los derechos de sus representados exige una gran capacidad de persuadir a los demás. La inteligencia para presentar en forma ordenada y a su tiempo los elementos, pruebas y testigos de un caso puede marcar la diferencia en favor de la posición del cliente. La persuasión es una habilidad que puede desarrollarse con la práctica. Así como un vendedor necesita mostrar y lograr vender su producto a un cliente, un abogado necesita persuadir de que su postura y argumentos son los más correctos y apropiados.
La capacidad de persistir hasta conseguir sus objetivos y los de sus representados es de gran importancia. Un abogado lleno de seguridad en sí mismo y confiado en sus conocimientos y convicciones, no dudará en mantenerse con firmeza y gran fortaleza, superando las dificultades que puedan presentarse. Es necesario luchar hasta el final, levantándose las veces que haga falta, una y otra vez, a fin de conseguir los objetivos que se persiguen.
Hoy más que nunca, y en consonancia con la abrumadora y constante evolución de nuestra sociedad, es muy importante que un abogado se encuentre completamente capacitado y actualizado. El conjunto de leyes vigentes, sus mejoras y correspondientes aplicaciones deben estar presentes en todo momento en el conocimiento de un buen abogado. Además, las leyes nuevas que van surgiendo exigen a un buen abogado no abandonar nunca el estudio. Es evidente que esta capacitación permanente le permitirá una mayor eficacia en su desempeño profesional.