Para que un abogado pueda ser considerado realmente bueno deberá poseer amplios conocimientos especializados sobre el caso que debe representar. Es necesario que ubique los intereses, posturas y derechos de sus clientes en primer lugar. Ejercer la abogacía con excelencia no resulta tarea simple. Requiere de una personalidad de gran carisma, que sea capaz de llevar adelante los objetivos planteados.
Con respecto al asunto legal que debe tratar, es imprescindible que un buen abogado goce de la capacidad de discutir ampliamente sobre el tema de manera elocuente y clara, todas las veces que sea necesario y ante quien se requiera hacerlo.
También debe estar predispuesto a analizar en profundidad las características de cada caso para poder argumentar de manera contundente. Debe lograr comprender a fondo cada proceso judicial en particular y utilizar los argumentos más convincentes, a fin de lograr “convencer” a un jurado de que sus planteamientos son los más acertados.
Conocer y saber aplicar técnicas de negociación puede ser relevante a la hora de resolver situaciones legales sin mayores complicaciones. Un buen abogado debe prepararse para saber negociar y llegar a un acuerdo conveniente cuando sea necesario.
PROFESIONALISMO Y CAPACITACIÓN
Todo buen profesional de la abogacía comprende la necesidad de mantenerse constantemente actualizado. Es imprescindible estar siempre al día en relación a los cambios legislativos que puedan acontecer en la jurisdicción donde ejerce su labor.
Por otro lado, deberá especializarse en áreas específicas que correspondan a algunas de las ramas jurídicas existentes. El universo legal es tan vasto que no es posible ser experto en todo. Para convertirse en un especialista en la materia a la que ha elegido dedicarse, deberá continuar sus estudios más allá de los obligatorios.
Un abogado de gran profesionalismo sabrá ofrecer a sus clientes un servicio de la mejor calidad, buscando prepararse y capacitarse de forma constante durante toda su vida laboral.
COMUNICACIÓN CLARA Y EFICAZ
Una de las cualidades fundamentales de todo buen abogado es la capacidad para expresarse correctamente. Darse a entender es necesario no sólo para exponer el caso en el juzgado, sino también para que los clientes comprendan con claridad la situación. Un buen abogado debe poseer una oratoria superior, esa destreza de utilizar la palabra como una herramienta para persuadir, convencer, y discutir, en profundidad y con gran habilidad, las convicciones que debemos exponer sobre el caso de nuestros representados.
SINTONÍA Y CONFIANZA
Otra característica muy importante de un buen abogado es la destreza para despertar la confianza de sus clientes. Para ello debe existir mucho diálogo entre abogado y cliente, de manera de entrar en sintonía y entendimiento sobre cómo llevar el caso adelante. La principal manera de lograr empatía y confianza de los representados está en la actitud que debe tener un buen abogado de enfocarse en satisfacer completamente las necesidades del cliente, solucionando sus problemas de la mejor manera y en el tiempo justo.
TRABAJO DURO Y PERSISTENCIA
El trabajo de abogado no es fácil, por lo tanto requiere de una gran fortaleza para persistir y trabajar en forma intensa buscando sortear todos los obstáculos que puedan presentarse. Además de poseer gran cantidad de conocimientos legales y técnicos, y de tener una personalidad de gran carisma, un buen abogado debe ser poseedor de una capacidad de trabajo y de lucha a toda prueba. No debe bajar los brazos ante los primeros contratiempos, sino que debe perseverar hasta encontrar la manera de lograr la satisfacción de sus clientes y la resolución favorable de aquellos casos que le toque representar.